En la Capilla de San Pedro, ubicada en Lucerna, Suiza, se llevó a cabo un experimento pionero que fusiona tecnología y espiritualidad. Durante dos meses, un avatar de Jesús, impulsado por inteligencia artificial (IA), interactuó con los visitantes en un confesionario, respondiendo a sus inquietudes sobre fe, moral y desafíos contemporáneos con respuestas fundamentadas en las Escrituras.

El proyecto, denominado «Deus in Machina» (Dios en la Máquina), fue desarrollado por un equipo de informáticos y teólogos de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes de Lucerna. Utilizando el modelo GPT-4 de OpenAI para generar respuestas y tecnología de Heygen para producir voz y video, el avatar de Jesús fue capaz de comunicarse en más de 100 idiomas, incluyendo alemán, chino, inglés, francés, húngaro, italiano, ruso y español.

Durante el período de la exposición, que inició a finales de agosto, aproximadamente 900 conversaciones fueron registradas de manera anónima. Los temas abordados por los visitantes variaron desde el amor verdadero y la vida después de la muerte hasta cuestiones como la soledad, la guerra, el sufrimiento mundial y la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad. La mayoría de los participantes se identificaron como cristianos, aunque también participaron agnósticos, ateos, musulmanes, budistas y taoístas.

Marco Schmid, teólogo de la capilla y líder del proyecto, señaló que la iniciativa buscaba explorar la creciente influencia de la inteligencia artificial en la vida humana, incluso en ámbitos religiosos, y examinar los límites de la confianza en las máquinas. Destacó que el «Jesús IA» no pretendía sustituir la interacción humana ni las confesiones sacramentales con un sacerdote, sino más bien fomentar la reflexión sobre la intersección entre lo digital y lo divino.

Los organizadores consideraron el proyecto un éxito, ya que muchos visitantes salieron conmovidos o reflexivos tras la interacción. Sin embargo, también surgieron críticas, con algunos calificando la iniciativa de «blasfema» o «obra del diablo». A pesar de ello, el experimento ha generado un debate significativo sobre el papel de la inteligencia artificial en contextos religiosos y su potencial para complementar la experiencia espiritual en el mundo moderno.

Este innovador acercamiento sugiere nuevas posibilidades para el diálogo espiritual en una era dominada por la tecnología, invitando a una reflexión profunda sobre cómo las herramientas digitales pueden integrarse en prácticas religiosas tradicionales.

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