El lunes, las acciones de Tesla experimentaron un notable incremento del 9%, lo que se tradujo en una subida acumulada de más del 44% en menos de una semana, tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Este repunte permitió a la empresa recuperar su valoración de 1 billón de dólares, un hito que estuvo estrechamente vinculado a la relación entre Elon Musk y el presidente electo Donald Trump. La figura de Musk, cuyo patrimonio supera los 300.000 millones de dólares, lo ha consolidado como la persona más rica del mundo.
El papel de Musk en este nuevo escenario político ha generado especulaciones sobre la posibilidad de que forme parte del gabinete de Trump, aunque aún no se ha confirmado oficialmente. En caso de que eso ocurra, su influencia podría abrir la puerta a nuevos contratos gubernamentales para sus empresas, especialmente SpaceX, que ya ha asegurado contratos por un total de 19.000 millones de dólares. Los analistas destacan que esta relación cercana podría impulsar el desarrollo de tecnologías clave, como los vehículos autónomos y la inteligencia artificial, lo que también podría llevar a un aumento en el valor de las acciones de Tesla.
Sin embargo, este entorno político no está exento de riesgos. El presidente electo ha sugerido la posibilidad de eliminar los créditos fiscales para los vehículos eléctricos, una medida que podría tener un impacto negativo en las ventas de Tesla. La incertidumbre sobre cómo se desarrollará esta política fiscal podría generar volatilidad en los mercados y afectar las perspectivas a largo plazo de la compañía.
En resumen, el futuro de Tesla parece estar fuertemente influenciado por la política estadounidense, especialmente por las decisiones del nuevo gobierno, que podrían tanto impulsar como frenar su crecimiento.